miércoles, 6 de mayo de 2015

Judas de Amos Oz


Me entretuve traduciendo algunos párrafos de Judas, el último libro de Amos Oz (editorial Keter, 2014). La novela transcurre en  Jerusalén. Shmuel es un estudiante que tras abandonar la Universidad consigue casa, comida y empleo como acompañante  de Guershom Vald, anciano intelectual y lisiado, cuyo hijo cayó en la guerra de independencia de Israel, 11 años antes.  Su principal tarea consiste en conversar y, si es posible, discutir con el anciano durante las largas tardes de ese lluvioso invierno de finales de 1959. En el capítulo 25 ambos conversan acerca de la política del gobierno de Ben Gurión y sobre los límites de la fuerza y del poder.
 "Ben Gurión", dijo Shmuel saliendo hacia la cocina para poner agua a hervir, "Ben Gurión quizás haya sido líder obrero en su juventud, una especie de tribuno popular, pero hoy está al frente de un país nacionalista y pretensioso y no deja de propagar a su alrededor toda esa vacua fraseología bíblica acerca de la renovación del pasado en nuestros días y la materialización de la visión de los profetas".
Y desde la cocina, mientras preparaba el té, agregó levantando la voz: "Si no habrá paz, algún día los árabes nos vencerán. Es solo cuestión de tiempo y de paciencia. Los árabes tienen tiempo sin fin y continua paciencia. No nos perdonarán el insulto de su derrota en el 48 ni tampoco la conspiración que urdimos contra ellos junto a Inglaterra y Francia hace tres años".
Guershom Vald bebió el té bien caliente, casi hirviendo, que le sirvió Shmuel en tanto que éste esperó pacientemente que se le enfríe un poco.
"Hace un tiempo, un año o dos," dijo Shmuel, "leí un artículo titulado 'Los límites de la fuerza o el undécimo soldado'. He olvidado el nombre del autor. Pero aún recuerdo lo que decía: cuando Stalin invadió Finlandia a fines de los años 30, el comandante en jefe del ejército finlandés, el Mariscal de Campo  Von Mannerheim,se presentó ante el presidente de Finlandia, Kekkonen, e intentó tranquilizarlo: cada soldado finlandés es capaz de vencer a diez soldados-campesinos rusos. Somos diez veces mejores que ellos, diez veces más instruidos y estamos también  diez veces más imbuidos de motivación para defender a nuestra patria del ataque. El presidente Kekkonen reflexionó un momento y probablemente encogiéndose  de hombros dijo – tal vez mas para sí mismo que para el Mariscal de Campo- Quién sabe, quizás sea cierto que cada uno de nuestros soldados finlandeses valga como diez soldados soviéticos, eso está muy bien ¿pero qué haríamos si por casualidad Stalin enviara contra nosotros once soldados y no diez? Y éste, así estaba allí escrito, es el problema del Estado de Israel del que no se habla.  Los árabes desde hace más de diez años vociferan día a día que nos van a exterminar, pero hasta ahora no han invertido en hacerlo ni una décima parte de su fuerza. En la guerra de la independencia lucharon menos de ochenta mil soldados de cinco ejércitos árabes contra ciento veinte mil soldadas y soldados reclutados por la población judía que contaba seiscientas mil personas. ¿Qué haremos si uno de estos días  se nos presenta el undécimo soldado árabe? ¿Qué haríamos si los árabes reunieran  en contra nuestro un ejército de medio millón? ¿O de un millón? ¿O de dos millones? En estos momentos Nasser se está proveyendo de abundantes y excelentes armas soviéticas y habla abiertamente sobre una próxima ronda. ¿Y nosotros qué? Ebrios de victoria. Ebrios de fuerza. Ebrios de alegóricas frases bíblicas."
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Guershom Vald dijo:
"Gracias. Me gusta lo que has contado acerca del undécimo soldado. Si realmente se nos aparece de pronto en el campo de batalla, simplemente tendremos que ahuyentarlo, como a los demás.  Si no, no seguiremos estando acá"
Shmuel se levanto y comenzó a pasearse por la sala entre las estanterías de libros.
"Hasta cierto punto, tal vez sea posible comprender el alma de un pueblo que durante miles de años conoció muy bien el poder de los libros, el poder de los rezos, el poder de los preceptos, el poder del estudio y la memorización, el poder del fervor religioso, el poder del comercio y el poder de la mediación, pero sólo conoció el poder de la fuerza sobre su propia espalda golpeada. Y de pronto encuentra entre sus manos un pesado garrote. Tanques y cañones y aviones a reacción. Es natural que se entusiasme con la embriaguez de la fuerza y tienda a creer que con el poder de la fuerza podrá hacer todo lo que se le ocurra. ¿Y qué cree usted qué es lo que no se puede conseguir de ninguna manera por la fuerza?"
"¿Cuánta fuerza?"
"Toda la fuerza del mundo. Piense en las fuerzas asociadas de los Estados Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra y Francia. ¿Qué es lo que de ninguna manera podrá conseguir toda esta fuerza?"
"Me parece que con semejante poder se podría conquistar todo lo que se te ocurra. Desde la India hasta Etiopía1.""No lo crea. Eso es lo que creen los judíos en Israel porque no tienen idea de cuáles son los límites de la fuerza. La verdad es que toda la fuerza del mundo no podría  convertir al que odia en amante. Se puede convertir al enemigo en esclavo, pero no se puede lograr que nos quiera. Con toda la fuerza del mundo no podría convertir a un fanático en una persona de ideas progresistas. Y con toda la fuerza del mundo no podría convertir a quien tiene sed de venganza en amigo. Y justamente estos son los problemas existenciales del Estado de Israel: convertir al enemigo en amante, al fanático en moderado, al que guarda rencor y busca vengarse en amigo. ¿Estoy acaso diciendo que no necesitamos poder militar? De ninguna manera. ¡Dios me guarde! ¿Cómo se me podría ocurrir algo tan estúpido? Yo sé tan bien como usted que es el poder de nuestra fuerza militar lo que se interpone en todo momento, incluso ahora mismo mientras conversamos, entre nosotros y nuestra muerte. Es el poder de nuestra fuerza el que puede por ahora evitar nuestra exterminación. Con la condición que recordemos siempre, en todo momento, que en nuestro caso la fuerza sólo puede evitar. No llevar a un acuerdo y no solucionar. Sólo evitar la tragedia por un tiempo."
Guershom Vald dijo:
"¿He perdido a mi unico hijo solamente para posponer por poco tiempo la catástrofe que según lo que dices no hay forma de evitar?"
De pronto Shmuel deseó con toda su alma levantarse y abrazar contra su pecho la cabeza irregular, como esculpida del anciano, y tal vez decirle incluso algunas palabras de consuelo.  Pero no hay consuelo en el mundo. Se contuvo y prefirió callar para no sumar dolor al dolor.




 (1)Según el Libro de Ester, 127 países que constituían el reino del rey persa Asuero.  



2 comentarios:

  1. Bien vos, por traducirlo y regalárnoslo.
    Bien Amos Oz, por escribirlo.
    Triste, que la situación siga siendo la misma, ...o peor.

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